Taller poético: construyendo la no violencia
Con motivo del Día Internacional de la No Violencia, dedicamos el taller del mes de octubre al tema de la paz y la no violencia.
En esta ocasión repasamos la figura de un gran defensor de la no violencia: Rabindranaz Tagore. Filósofo, educador, novelista, músico, dramaturgo, poeta y pintor, fue premio Nobel de Literatura en 1913 (el primer no europeo en conseguir este reconocimiento). Ciudadano del mundo, paso muchos años viajando por el mundo hablando a favor de la paz y la no violencia.
Rompió moldes en casi todo lo que emprendía. En educación fue un reformador que empezó fundando una escuela, Santiniketan ("Casa de la paz"), con un método experimental. Escuela que más adelante se convertiría en universidad. Creía que cada ser humano (hombre o mujer) lleva en sí la simiente de lo divino, una posibilidad de grandeza y todo está en saber desarrollar sus potencialidades.
Se implicó en la política del país participando en uno de los mayores levantamientos de la historia de la India. En 1903 el gobernador general de la India, Lord Curzon, decidió dividir Bengala en dos, con una de las partes con mayoría musulmana. Millones de indios protestaron cantando las canciones que Tagore escribiera con ese objeto. Cuando la partición se convirtió en una realidad, Tagore protestó "de la forma que solo un poeta podía concebir: convirtiendo aquel día fatídico en el festival de Rakhibandan, un día para anudar los lazos de amistad" (Revista El Correo, diciembre 1961).
Abogó por la cooperación intelectual entre naciones en Estados Unidos y Japón, a donde viajó en 1916.
En el blog de Historiadores histéricos se dice de él: "Tagore se oponía a la civilización moderna porque no tenía un carácter total y por su predilección por el progreso material de la humanidad en vez del progreso moral. No se hacía ilusiones sobre lo que se denominaba “progreso”, que en su opinión se había convertido en sinónimo de las leyes de la necesidad, no de las leyes de la verdad. Para Tagore, el progreso era la libre expresión de la personalidad humana en armonía con la vida. Por consiguiente, la verdadera crisis de la civilización moderna se debía al conflicto y el choque, no entre culturas, sino entre el ser humano y la idea de la vida como algo integral".
En cuanto a la poesía de Tagore, destacan su misticismo, su amor a la naturaleza, su búsqueda de la verdad y de la humanidad... cosas que para él eran signos característicos de los Infinito.
Escribió:
Tú, que no sé quién eres; tú, que lees estos versos míos que tienen ya cien años, oye:
No puedo ofrecerte una sola flor de todo el tesoro de la primavera, ni una sola luz de estas nubes de oro. Pero abre tus puertas y mira; y coje, entre la flor de tu jardín, el recuerdo oloroso de las flores que hace cien años murieron.
¡Y ojalá puedas sentir en la alegría de tu corazón la alegría viva que esta mañana de abril te mando, a través de cien años, cantando dichosa!
En el taller comentamos todo esto y leímos algunos poemas de su libro: "La Luna nueva", uno de ellos se titula El principio:
¿De dónde vine yo? ¿Dónde me encontraste?’, pregunta el niño a su madre.
Ella llora y ríe al mismo tiempo, y estrechándolo contra su pecho le responde: ‘Tú estabas escondido en mi corazón, amor mío, tú eras su deseo.
Estabas en las muñecas de mi infancia; y cuando, cada mañana, yo modelaba con arcilla la imagen de mi dios, en verdad te hacía y deshacía a ti.
Estabas en el altar junto a la divinidad de nuestro hogar; al adorara, a ti te adoraba.
Has vivido en todas mis esperanzas, en todos mis amores, en toda mi vida y en la vida de mi madre.
El Espíritu inmortal que preside nuestro hogar te ha albergado en su seno desde el principio de los
tiempos.
En mi adolescencia, cuando mi corazón abría sus pétalos, tú lo envolvías como un flotante perfume.
Tu delicada suavidad aterciopelaba mis carnes juveniles, como el reflejo rosado que precede a la
aurora.
Tú, el predilecto del cielo; tú, que tienes por hermana gemela la prima luz del alba has sido traído por la corriente de la vida universal, que al fin te ha depositado sobre mi corazón.
Mientras contemplo tu rostro, me siento sumergida en una ola de misterio: tú, que a todos perteneces, te has echo mío.
Te estrecho contra mi corazón, temerosa de que escapes. ¿Qué magia ha entregado el tesoro del mundo a mis frágiles brazos?
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